Los niños son un
colectivo que se beneficia cada vez más de los magníficos resultados de los
tratamientos homeopáticos. El hecho de tratarse de una terapéutica que por sus
características farmacológicas de preparación a altas diluciones no presenta
efectos adversos ha inducido a muchos padres a tenerla en consideración a la
hora de buscar una opción de salud segura para sus hijos. Pero además de eficaz
y segura, la homeopatía en los niños actúa de forma muy rápida, sobretodo en
las enfermedades agudas. Ya en los lactantes podemos asegurar que los cólicos a
tempranas edades, el malestar por la aparición del primer diente o incluso los
trastornos del sueño a las semanas de nacer, se utiliza esta medicina con
resultados óptimos. No olvidemos, de todas formas, que con homeopatía tratamos
al enfermo más que a la enfermedad, y por ello el remedio prescrito a un niño
en función de sus características individuales puede ser distinto al que
recetamos a otro niño con el mismo problema o diagnóstico inicial.
Los procesos
agudos suelen responder rápidamente, como decíamos, porque son situaciones
sobrevenidas. Pero siempre deberemos atender a las leyes de la naturaleza; en un
caso de fiebre, por ejemplo, la función de la homeopatía no será bajar
rápidamente esa alta temperatura como haríamos con un antipirético, sino modular
el proceso de forma fisiológica y natural para que sea el sistema de auto
curación del niño el que finalmente resuelva la situación. O en el caso de una
tos no dirigiremos el tratamiento a inhibirla sino que buscaremos el remedio
más preciso para reequilibrar aquel desajuste que, por las características del
pequeño, está provocando esa alteración a nivel de sus vías respiratorias.
De todos modos, la
rapidez de respuesta al tratamiento depende no sólo del proceso que se padezca
sino también de la naturaleza del niño. Cuanto más reactivo sea éste, más
rápido reaccionará al estímulo del medicamento homeopático.
Como ya he mencionado en anteriores escritos el objetivo del tratamiento homeopático consiste en prescribirle al paciente un único medicamento semejante en los planos físico, emocional y mental que active la curación rápida, eficaz y segura del individuo. Cuando queremos conseguir que además sea permanente o duradera, la única forma que entiendo que esta herramienta nos lo permite, es a través de un único remedio individualizado para cada caso, como nos enseñó el padre de esta disciplina, el Dr. Samuel Hahnemann.
Como ya he mencionado en anteriores escritos el objetivo del tratamiento homeopático consiste en prescribirle al paciente un único medicamento semejante en los planos físico, emocional y mental que active la curación rápida, eficaz y segura del individuo. Cuando queremos conseguir que además sea permanente o duradera, la única forma que entiendo que esta herramienta nos lo permite, es a través de un único remedio individualizado para cada caso, como nos enseñó el padre de esta disciplina, el Dr. Samuel Hahnemann.
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