Artículo publicado en la revista Integral
Desde que
tenía trece meses, coincidiendo con su entrada en la guardería, Lara no ha
dejado de presentar cada invierno tres o cuatro episodios de bronquitis. Su
especial predisposición a enfermar de una zona tan sensible como son los
pulmones, junto a la cada vez mayor y más agresiva medicación necesaria para
controlar estos episodios, hacen decidir a sus padres a buscar otra alternativa
para intentar mitigar y a ser posible eliminar estos molestos ataques.
La
bronquitis aguda es la inflamación transitoria de los conductos bronquiales que
cursa con síntomas como tos, aumento de mucosidad, fiebre y dificultad
respiratoria. Cuando los niños son pequeños (durante la lactancia) suelen verse
afectadas las vías más pequeñas, conociéndose entonces el cuadro como
bronquiolitis. Lo más habitual es que estos cuadros debuten en otoño e
invierno, y sobretodo cuando los niños frecuentan lugares cerrados. La causa
más habitual es de origen vírico, aunque en algunos casos las vías
respiratorias pueden llegar a verse sobre infectadas también por bacterias.
Como Lara, existen niños especialmente propensos que pueden presentar
infecciones varias veces en un año. Además de recomendar aumentar la ingesta de
líquidos o utilizar humidificadores ambientales durante estos episodios, la
tendencia actual es a ir cubriendo los síntomas con antipiréticos, antinflamatorios,
broncodilatadores o incluso antibióticos hasta que ceda el cuadro. La eficacia
de estos tratamientos es alta, pero muchas veces no está exenta de riesgos. Los
efectos secundarios de la medicación convencional y el aumento de cada vez más resistencias
que van creando algunos microrganismos a los antibióticos nos deberían hacer
plantear si no hay otra vía más ecológica, y sobretodo más saludable para el
niño, de intentar abordar el problema.
Un terreno propicio

En el caso
de Lara, cuando le pregunto a sus padres si ha tenido alguna enfermedad previa,
sólo describen su tendencia atópica en la piel desde que nació. Describen
especialmente dos crisis importantes de erupciones rojizas y descamativas que
cedieron al poco con la pomada de cortisona que les recetaron. Aún y así, Lara
tiene una extremada sensibilidad cutánea que hace que presente eczemas con
cierta regularidad. Este es un antecedente bastante común en niños que padecen
de bronquitis de repetición, a la vez que para el médico homeópata es una
excelente herramienta que ayuda a entender el por qué de la situación que vive
esa criatura.
El lenguaje del cuerpo
El ritmo
vertiginoso de la sociedad actual nos ha acostumbrado a aliviar las dolencias
de nuestros hijos lo más rápidamente posible, sin tiempo a plantearnos por qué
se está manifestando así su organismo. Cuántas veces no damos tiempo a que un
cuadro de febrícula nos dirija hacia un foco e intentamos aplacarla rápidamente
interpretando que así el niño sufrirá menos. En muchas ocasiones esa fiebre
precisamente puede ser la traducción de la batalla que su propio organismo está
manteniendo con el medio para intentar combatir, por ejemplo, una agresión
microbiana. La propia elevación de la temperatura corporal puede dificultar el
contagio y la posterior infección vírica o bacteriana. Es una reacción del
propio organismo como parte de un mecanismo de defensa. Es nuestro propio
sistema inmune quien así lo articula, por lo que quizás sería interesante darle
un tiempo y un margen de confianza a nuestra propia y natural fisiología. La
homeopatía intenta comprender la línea coherente de manifestaciones que expresa
el niño en todos sus planos (físico, mental y emocional), y en función de ello
prescribe el remedio individual que más se ajuste a las peculiaridades de ese
ser. En el caso de la fiebre, la administración del medicamento homeopático no
inhibiría tal expresión, sino que sería un refuerzo en la misma línea en que
está trabajando nuestra inmunidad y toda nuestra capacidad de homeostasis
interna. Las características individuales de un cuadro febril podrán darnos
mucha información del tratamiento homeopático más adecuado que necesite cada
niño en cada instante. No habrá un remedio para la fiebre o para cada
enfermedad, sino un remedio para cada enfermo.
El camino hacia una curación suave y
permanente
Ahondando
un poco más en las características particulares de Lara, sus padres me indican
que se trata de una niña muy sociable tanto con los niños como también con los adultos
ya conocidos. Es una chica impaciente, muy calurosa y poco amiga del baño. Aunque
ellos mismos se habían dado cuenta, destacan de los comentarios que les suele
hacer la maestra del colegio que Lara es muy independiente, e incluso posesiva
con sus cosas. Come de todo en abundancia, bebe siempre mucha agua y comentan
también que por la noche suda mucho, incluso en invierno. Todos estos detalles,
junto con la tendencia a esas bronquitis con expectoración de abundante moco y
su piel característicamente dañada me llevan a recetarle Sulphur, un medicamento ciertamente común para los trastornos
bronquiales. Su mejoría es franca y duradera, hasta el punto que desde la
primera dosis no ha tenido que utilizar más medicación convencional, tan sólo
alguna repetición del remedio homeopático cuando circunstancias concretas han
alterado su propia capacidad de curación. Obviamente este tratamiento puede ser
eficaz en un alto número de casos, pero lo ideal de la homeopatía es poder
analizar la idiosincrasia del paciente y su situación vivencial para afinar en
la mejor opción terapéutica. No olvidemos que el niño forma parte de una
estructura familiar y respira de la atmósfera que predomina en ese ambiente.
Las expectativas o los temores propios y de su entorno forman parte de las
vivencias de ese niño, y la forma en que él las canalice hará que se pueda
expresar en forma de síntoma o enfermedad toda la tensión que éstas le hayan
generado.
Definitivamente,
en los trastornos crónicos o de repetición la homeopatía debería tener un papel
fundamental en nuestro sistema sanitario, no sólo porque es el terreno donde ha
hallado más eficacia y mejores resultados, sino sobretodo por su aplastante
coherencia en no silenciar lo que el cuerpo está intentando expresar sino por
el contrario facilitar la modificación de su dinámica de expresión, hasta el
punto de provocar cambios estables que afectan positivamente a nuestro estado
de salud y bienestar global.
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