jueves, 12 de septiembre de 2013

Bronquitis de repetición en niños

Artículo publicado en la revista Integral

Desde que tenía trece meses, coincidiendo con su entrada en la guardería, Lara no ha dejado de presentar cada invierno tres o cuatro episodios de bronquitis. Su especial predisposición a enfermar de una zona tan sensible como son los pulmones, junto a la cada vez mayor y más agresiva medicación necesaria para controlar estos episodios, hacen decidir a sus padres a buscar otra alternativa para intentar mitigar y a ser posible eliminar estos molestos ataques.
La bronquitis aguda es la inflamación transitoria de los conductos bronquiales que cursa con síntomas como tos, aumento de mucosidad, fiebre y dificultad respiratoria. Cuando los niños son pequeños (durante la lactancia) suelen verse afectadas las vías más pequeñas, conociéndose entonces el cuadro como bronquiolitis. Lo más habitual es que estos cuadros debuten en otoño e invierno, y sobretodo cuando los niños frecuentan lugares cerrados. La causa más habitual es de origen vírico, aunque en algunos casos las vías respiratorias pueden llegar a verse sobre infectadas también por bacterias. Como Lara, existen niños especialmente propensos que pueden presentar infecciones varias veces en un año. Además de recomendar aumentar la ingesta de líquidos o utilizar humidificadores ambientales durante estos episodios, la tendencia actual es a ir cubriendo los síntomas con antipiréticos, antinflamatorios, broncodilatadores o incluso antibióticos hasta que ceda el cuadro. La eficacia de estos tratamientos es alta, pero muchas veces no está exenta de riesgos. Los efectos secundarios de la medicación convencional y el aumento de cada vez más resistencias que van creando algunos microrganismos a los antibióticos nos deberían hacer plantear si no hay otra vía más ecológica, y sobretodo más saludable para el niño, de intentar abordar el problema.

Un terreno propicio

Como decíamos, las vías respiratorias suelen verse más afectadas en la época invernal. Se atribuye fundamentalmente al frío la causa de ese aumento de cuadros, aunque también hay otros factores que lo favorecen. En otoño e invierno solemos recogernos en sitios más cerrados y poco ventilados donde la posibilidad de contagio aumenta. Además el uso de calefacciones en ese período disminuye la humedad relativa ambiental, y a su vez, los mecanismos energéticos que se precisan para mantener cálido el interior de nuestros hogares y empresas, así como la mayor utilización de vehículos de transporte, provocan una mayor contaminación, lo que favorece la mayor disposición de la mucosa respiratoria a enfermar. Tampoco ayuda que sea la época del año con menos horas de exposición solar, ya que está comprobado que esto afecta negativamente a nuestro estado anímico, lo que nos hace más vulnerables a cualquier agresión microbiológica y en general dificulta cualquier proceso de curación, especialmente en niños y ancianos.
En el caso de Lara, cuando le pregunto a sus padres si ha tenido alguna enfermedad previa, sólo describen su tendencia atópica en la piel desde que nació. Describen especialmente dos crisis importantes de erupciones rojizas y descamativas que cedieron al poco con la pomada de cortisona que les recetaron. Aún y así, Lara tiene una extremada sensibilidad cutánea que hace que presente eczemas con cierta regularidad. Este es un antecedente bastante común en niños que padecen de bronquitis de repetición, a la vez que para el médico homeópata es una excelente herramienta que ayuda a entender el por qué de la situación que vive esa criatura.

El lenguaje del cuerpo

El ritmo vertiginoso de la sociedad actual nos ha acostumbrado a aliviar las dolencias de nuestros hijos lo más rápidamente posible, sin tiempo a plantearnos por qué se está manifestando así su organismo. Cuántas veces no damos tiempo a que un cuadro de febrícula nos dirija hacia un foco e intentamos aplacarla rápidamente interpretando que así el niño sufrirá menos. En muchas ocasiones esa fiebre precisamente puede ser la traducción de la batalla que su propio organismo está manteniendo con el medio para intentar combatir, por ejemplo, una agresión microbiana. La propia elevación de la temperatura corporal puede dificultar el contagio y la posterior infección vírica o bacteriana. Es una reacción del propio organismo como parte de un mecanismo de defensa. Es nuestro propio sistema inmune quien así lo articula, por lo que quizás sería interesante darle un tiempo y un margen de confianza a nuestra propia y natural fisiología. La homeopatía intenta comprender la línea coherente de manifestaciones que expresa el niño en todos sus planos (físico, mental y emocional), y en función de ello prescribe el remedio individual que más se ajuste a las peculiaridades de ese ser. En el caso de la fiebre, la administración del medicamento homeopático no inhibiría tal expresión, sino que sería un refuerzo en la misma línea en que está trabajando nuestra inmunidad y toda nuestra capacidad de homeostasis interna. Las características individuales de un cuadro febril podrán darnos mucha información del tratamiento homeopático más adecuado que necesite cada niño en cada instante. No habrá un remedio para la fiebre o para cada enfermedad, sino un remedio para cada enfermo.

El camino hacia una curación suave y permanente

Ahondando un poco más en las características particulares de Lara, sus padres me indican que se trata de una niña muy sociable tanto con los niños como también con los adultos ya conocidos. Es una chica impaciente, muy calurosa y poco amiga del baño. Aunque ellos mismos se habían dado cuenta, destacan de los comentarios que les suele hacer la maestra del colegio que Lara es muy independiente, e incluso posesiva con sus cosas. Come de todo en abundancia, bebe siempre mucha agua y comentan también que por la noche suda mucho, incluso en invierno. Todos estos detalles, junto con la tendencia a esas bronquitis con expectoración de abundante moco y su piel característicamente dañada me llevan a recetarle Sulphur, un medicamento ciertamente común para los trastornos bronquiales. Su mejoría es franca y duradera, hasta el punto que desde la primera dosis no ha tenido que utilizar más medicación convencional, tan sólo alguna repetición del remedio homeopático cuando circunstancias concretas han alterado su propia capacidad de curación. Obviamente este tratamiento puede ser eficaz en un alto número de casos, pero lo ideal de la homeopatía es poder analizar la idiosincrasia del paciente y su situación vivencial para afinar en la mejor opción terapéutica. No olvidemos que el niño forma parte de una estructura familiar y respira de la atmósfera que predomina en ese ambiente. Las expectativas o los temores propios y de su entorno forman parte de las vivencias de ese niño, y la forma en que él las canalice hará que se pueda expresar en forma de síntoma o enfermedad toda la tensión que éstas le hayan generado.

Definitivamente, en los trastornos crónicos o de repetición la homeopatía debería tener un papel fundamental en nuestro sistema sanitario, no sólo porque es el terreno donde ha hallado más eficacia y mejores resultados, sino sobretodo por su aplastante coherencia en no silenciar lo que el cuerpo está intentando expresar sino por el contrario facilitar la modificación de su dinámica de expresión, hasta el punto de provocar cambios estables que afectan positivamente a nuestro estado de salud y bienestar global.

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Medicina homeopática